La poesía como servicio

Degradada o engrandecida por el uso, la palabra servicio tal vez sirva -tal su misión- para definir qué tipo de prestación otorga la poesía, o para quién conspira, o qué cosas pone a nuestros pies. Fue "servicio" una palabra noble. Indicaba aquello que se hacía desinteresadamente, incluso cuando se estaba al servicio de alguien. Servir en un ejército, servir a un señor, tenían algo de grandeza. El poder del servicio era tal que los antiguos poetas no creían siquiera en que lo estuvieran prestando. Todo el mérito era de la musa. El poema fundacional de la poesía del llamado Occidente, La Ilíada, comienza con una invocación que algunos tomaron como mera fórmula: "Canta, ¡oh diosa!". En verdad, Homero, o quienes hayan primero dicho, luego escrito, aquellos versos, no eran ateos y la invocación era real, era creída, era de fe: se invocaba a la diosa para que cantase a través del poeta. Esta presencia de lo numinoso en el canto, advertida por el teólogo Rudolf Otto * e...