Infancia del héroe

Sólo la miseria y el abuso pueden hacer de la infancia un osario al que no se desea volver. Las historietas, en cambio, contribuyen a su encantamiento. Patoruzú y Patoruzito encantaban de manera muy particular, como el Rico Tipo. Encantaban el mundo porteño cotidiano con su sola presencia. Por ejemplo, en la peluquería suburbana. Era ver esas revistas en la mesita y sentir regocijo. Abrirlas y disfrutar. Los mismos que estaban allí, hablando con el peluquero de bigotes anchoita, eran los de los cuadritos: Popof, Isidoro, don Fierro y el jefe enano, el doctor Merengue y su otro yo… Eran los cincuenta y comienzos de los sesenta. Era otro país, en el que importaban colorados y azules, militares y peronistas, el viejo anarco y los comunistas, la heladera eléctrica y la cupé, en tanto ciertas instituciones permanecieran eternas. Entre ellas, la peluquería. La vida era en cuadritos. El chiste, la caricatura, la simplificaban y sacralizaban. Sí, la vida era liviana y sagrada al mismo ...