No llores por mí, París

El incendio de Notre Dame destruye, yo creo que para siempre, el sueño parisino que parecía eterno de una ciudad del siglo XX funcionando en una ciudad medieval. Una ciudad de todos los tiempos. Y en suma una ciudad indestructible. - Los romanos solo tienen la ruinas del Coliseo y del Foro, y no lloran por ello -.
Durante mucho tiempo, a fuer de sincero, creí que ese ensueño parisino era cierto: en las mismas piedras se habían apoyado peregrinos del siglo XII, espadachines de los siglos XVI y XVII, cónsules, monjes, cortesanas, pintores, Hemingway y el Olivera de Cortázar, Sartre, Juliette Gréco, Charles Parker, y quién sabe quiénes y cuántos más en el pasado, en los próximos siglos y mientras durara el mundo. En las mismas piedras. Exactamente.
Yo, que creí de verdad en eso, que me pellizqué cuando pisé por primera vez los adoquines de Montmartre al salir de la Gare du Nord, vi con el tiempo que París se me convertía en una caja de postales, mientras otras ciudades crecían en personalidad y fascinación. Y no porque allí se pudieran tocar "las mismas piedras" (que habían tocado Dickens, en Londres, o Julio César en Roma), sino porque esas ciudades vivían realmente, mostraban sumas de fragmentos vivientes de distintas eras, cambiaban sin cambiar. Roma por ejemplo. Sus vestigios del Imperio son mínimos, son pedazos, por completo inútiles, cercados y tratados como reliquias, y desde luego no es allí donde debe buscarse el espíritu romano sino en un no sé qué que la ciudad trasmite. La sensación -tanto si se la mira desde lo alto del Castel Sant 'Angelo cuanto desde el fondo de una callejuela cualquiera- de que fue y sigue siendo la capital del Imperio Romano. No sé cómo lo logra, ni me interesa ya saberlo.
Pero me impactó la noticia de que Notre Dame estaba ardiendo. Justo me enteré cuando intentaba dar una charla sobre la Divina Comedia. Siempre sentí viva a la Comedia. Hoy sentí que París también lo está. Precisamente porque las piedras eternas nos muestran que pueden arder. Y sabido esto a tan alto precio, oh París, querido escenario de la Comuna y de las novelas de Víctor Hugo, lloro por ti.

© Jorge Aulicino
Facebook 16.4.2019
Foto: Notre Dame en París. 2018. AFP

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