Arte antiguo y estructura



Hace unos 30 años [escrito en 2006] sostenía la idea de "tributo-distancia" del arte ante la realidad. La sostenía pretenciosamente ante mí; por fortuna no tenía ante quien más. Era el modo en que reducía la enseñanza de mis maestros, por ejemplo Brecht. Esa teoría propia postulaba que el arte trabaja en aquello inefable con que la realidad logra impresionarnos. La tarea es hacer visible eso y de ninguna manera representar la realidad ni ajustarla a una forma.

La teoría se fue modificando a instancias de otros descubrimientos en el orden privado. Es curioso el modo en que lecturas casuales, fragmentos, frases ocasionales, cambian o ayudan a progresar lo que pensamos, más que teorías enteras. Ahora que se suele evocar algo así como "los 30 años de la dictadura" [fallido de la conversación para referirse al aniversario del golpe de Estado de 1976], digo que hubo un mundo paralelo al del exterminio: aunque reconcentrado y tal vez ensimismado, altamente creativo; algo más que el ejercicio de un solipsismo que una y otra vez descubre la pólvora. No fue sólo mi mundo, fue el de muchos.

Hace casi 30 años caminaba por Berlín Oriental con el crítico de arte, documentalista y periodista Alberto Giudici, viajeros furtivos (ese viaje no existía, creíamos, para los registros aduaneros argentinos) a un planeta que caería diez años más tarde. En un noviembre oscuro y frío, y a cuento de algo que había dicho yo sobre las obras de la Antigüedad que aún nos emocionan, Giudici dijo: "Porque son estructuras". De inmediato relacioné estructuras con formas y di vuelta la estética "contenidista" en una maniobra mental secreta: no importan ni permanecen los contenidos sino las estructuras, las formas.

Leo que el director de cine Jim Jarmusch se desinteresa (reportajes en The New York Times y en Clarín) por el drama (la estructura) y se interesa por los momentos sin resolución ni contenido dramático: no lo que él llama muy apropiadamente "los engranajes del drama" sino los detalles. Esto es, cuando el héroe se cepilla los dientes. Escenas poco significativas. Modestamente, condice con una vuelta de tuerca sobre mi hipótesis inicial. El arte consiste en reacomodar inesperadamente los muebles. Darle un lenguaje (estructura) a aquello que los hechos familiares tienen de extraño aunque no lo parezca. Esto requiere aptitud imaginativa, no fantasía desbocada, y capacidad de evocación (impregnación). La receta sólo vale para realistas que se niegan a morir.

© Jorge Aulicino
Revista Ñ c. 2006

Imagen: El llamado "templo de Zeus" (c. 200 años a.C) en el Museo de Pérgamo, Berlín. Antiguamente, zona socialista. Los Apuntes del Viajero

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