El búho de Minerva

El búho de Minerva sólo emprende su vuelo en el crepúsculo.
F. Hegel, Elementos de la filosofía del Derecho.


La "enigmática" frase de Hegel es una alegoría. Minerva era, para los romanos, el nombre de Palas Atenea, sabia y guerrera. Su acompañante de ojos grandes representó siempre, convencionalmente, la sabiduría. Para Hegel, la sabiduría solo abre sus alas en lo incierto, en lo nuevo, en lo recién abierto. Antes de escribir esta frase, ha dicho que cuando la filosofía pinta gris sobre gris, una figura se ha vuelto vieja. 

Desde hace un tiempo, algo que me parecía absurdo cuando era muy joven me parece más acertado: escribir poesía es una forma de la neurosis. Una repetición del vuelo de aquel búho, que no es solo el de la sabiduría consumada, sino el de la exploración, la mirada fija y la caza nocturna.

Escribo poesía para atrapar algo. No para reproducir de manera naturalista, aunque eso es también, a veces, un intento de atrapar. Sé, o creo saber, que las palabras pueden producir el mismo efecto que producen en mí las cosas. Se trata de una forma de imitación, de mímesis, que va más a la estructura que a la apariencia, si bien, como digo, sucede que la apariencia a veces da la idea de la estructura.

Expresarme es entonces, para mí, lograr ese fenómeno o su efecto. No creo expresar algo propiamente mío en ningún poema porque lo propiamente mío no sé qué es, sino una participación para mí mismo desconocida en la estructura y movimiento de las cosas.

Puede que esto comience a explicar el para qué y el por qué. Me refiero al sentirse parte del universo que nos rodea. 

Hace mucho llamaba a la poesía inminencia. Si tal inminencia me implica -y no desconozco los significados místicos de esta idea, antes bien, quisiera resaltarlos-, puede que logre cierta paz conmigo y con la historia, que forma parte del universo -y parte primordial, para mí-. La historia es, en mi opinión, algo que ocurre continuamente, no lo que sucedió: el instante irredimible, continuo. "Si todo tiempo es eternamente presente todo tiempo es irredimible" (1). Dicho más directamente: la vida actual es al mismo tiempo lo que llamamos actual y todo lo que sucedió en el mundo. Así como un libro no ocurre en pasado cuando lo abrimos, aunque haya sido escrito hace varios siglos, la historia toda sucede hoy. Esto no significa que Napoleón cruce con la calle con nosotros y con diez mil soldados de la evacuación de Dunkerque en la Segunda Guerra Mundial. De una manera inexpresable somos, sin embargo, pasado y presente.

En lo que se refiere a la poesía escrita, aquella estructura -ese presente continuo-, a veces se da y muchas veces no se da. La poesía no logra reproducir siempre el incierto mundo que la originó. Lo peor es que no sabemos cuándo se da y cuándo no en nuestra propia poesía. A nuestro juicio, nuestra poesía nunca lo logra. Y el juicio de los demás no logramos entenderlo cabalmente, cuando es desfavorable como cuando es favorable.

En ese sentido la poesía es neurótica. Falla, y vuelve a ir por el mismo camino en el que ha fallado. Es un neurótico que tropieza no dos, sino mil veces con la misma piedra.

El hombre urbano y el hombre rural saben que sus acciones repetitivas son necesarias, o eso creen. Se planta y se cosecha en los mismos meses. Se realizan tareas fabriles o bancarias de la misma manera todos los días.

Cuando uno y otro creen estar alienados; cuando piensan que nada los une a sus tareas mecánicas, que sin embargo siguen realizando, es cuando más cerca están, paradójicamente, del estado poético. Porque la poesía es aquello que no nos pertenece. Y aunque la sociología, el discurso del patrón o la ética intenten devolvernos las razones de nuestro accionar repetitivo, siempre se produce esa brecha en que nos decimos: todo lo humano me es ajeno. Y en un intento neurótico, tratamos de que sea nuestro. Que todo sea nuestro porque participamos de ese todo. 

Es religión, claro. Aunque quizá sea mejor llamarla, como acostumbraba hacerlo el poeta y científico Guillermo Boido, "necesidad religiosa", o "necesidad metafísica".

(1) T.S. Eliot, Cuatro cuartetos 


Para Periódico de Poesía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 2015

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Imagen: Tetradracma de plata, Grecia, c.450 a.C. Wikimedia Commons

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