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Mostrando entradas de enero, 2019

Lo sagrado y lo profano

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Una percepción sagrada del mundo humano le permitió a Pier Paolo Pasolini (1922-1975) convertirse en el mejor crítico de las grandes instituciones de su tiempo en Italia: el Partido Comunista y la Iglesia Católica. Pero por sobre ellos, vio lo que llamó "el más represivo de los totalitarismos", la sociedad de consumo, una cultura unificadora universal. Esta visión crítica, de la que se nutre su poesía, tenía en cuenta sin embargo una segunda fuente: el impacto de ese mundo en las raíces emocionales del autor, en su percepción de un universo atávico e irracional, el mundo del mito, redefinido por Cesare Pavese en la década de los años treinta del siglo pasado. Sin esta base, la poesía urgente de Pasolini acaso no hubiese perdurado. Y de hecho, toda la polémica que hizo pivote sobre su obra literaria, no hubiese tenido sentido, puesto que lo que se puso en cuestión fue precisamente una especie de obsesión pasoliniana en el universo no histórico, que perduraba en el subpro

La persistencia de Pavese

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Cuando se cumplieron 100 años del nacimiento de Cesare Pavese en 2008, un diario español tituló su nota de recordación “¿Qué queda de Pavese?”. Creo que no había intención peyorativa en la pregunta pero me sonó como si se abriera un ataúd para ver los restos de un deudo al que hay que transferir de la tierra a un nicho. Pavese hizo –en la década de los años 30 cuando escribió su libro Trabajar cansa – un aporte fundamental a un nuevo realismo: logró que la anécdota hablara más allá de ella misma. Contó una localidad del Piamonte y también los mitos que encerraba. El procedimiento para hacerlo no se ve a simple vista, pero su resultado se impone al oído y a la vista. Trabajar cansa salió acompañado de dos ensayos, uno referido a la gestación del libro y sus problemas, el otro referido a un plan futuro. Años más tarde, en el ’43, Pavese propone en otro ensayo, “Del mito, el símbolo y otras cosas”, la tarea principal de su literatura: “reducir a claridad los mitos”. El primer en

Darkness

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Disculpen que el ejemplo sea una cuestión tan indiscutible como a simple vista poco política: las imágenes y semiverdades que difunden las cajas de cigarrillos y los paquetes de tabaco, que ocupan el cincuenta por ciento del envase y que es obligatorio exhibir en los quioscos junto a los avisos de cigarrillos. Diré que son un texto paralelo que, por la inversa, nos asfixia y nos mata, y nos acerca cada vez más al 1984 de George Orwell, aunque acontezca de modo natural. Puedo dejar de fumar por eso, y el logro será un logro político reaccionario. No deberían Ellos, no debería nadie, suponer que somos maleables hasta la ignorancia. En otras palabras, no se puede ignorar que los fumadores saben lo que fuman, así como los calaveras saben que son calaveras y no "chillan". Que curarlos cueste caro no es algo que se pueda alegar ante el obsceno despliegue de fortunas de sanos y sanas que seguramente no fuman. Los fumadores y las fumadoras pagan, además, impuestos, y todos los