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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Arte antiguo y estructura

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Hace unos 30 años [escrito en 2006] sostenía la idea de "tributo-distancia" del arte ante la realidad. La sostenía pretenciosamente ante mí; por fortuna no tenía ante quien más. Era el modo en que reducía la enseñanza de mis maestros, por ejemplo Brecht. Esa teoría propia postulaba que el arte trabaja en aquello inefable con que la realidad logra impresionarnos. La tarea es hacer visible eso y de ninguna manera representar la realidad ni ajustarla a una forma. La teoría se fue modificando a instancias de otros descubrimientos en el orden privado. Es curioso el modo en que lecturas casuales, fragmentos, frases ocasionales, cambian o ayudan a progresar lo que pensamos, más que teorías enteras. Ahora que se suele evocar algo así como "los 30 años de la dictadura" [fallido de la conversación para referirse al aniversario del golpe de Estado de 1976], digo que hubo un mundo paralelo al del exterminio: aunque reconcentrado y tal vez ensimismado, altamente creativo;

Xi Chuan: Mosquitos hacen tigres

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Xi Chuan [Xuzhou, China, 1963] permite comprobar que la tradición no es atemporal, sino más bien plástica: adopta las formas que el siglo le permite, le exige o le trasmite. Xi Chuan es producto de una cultura que los países del occidente prefirieron ver siempre impermeable, enigmática y también inmutable. Las numerosas traducciones francesas e inglesas de los clásicos chinos respaldan esa ilusión. Pero hay tópicos en esos clásicos, y uno de ellos es precisamente el del tiempo que se desliza más rápido para las obras del hombre que para las de la naturaleza. Quizá en esto reside la trampa que los chinos tienden al lineal occidente. Ezra Pound, a través de Ernest Fenollosa, tradujo e intentó dar un código a esta poesía de tapiz: la situación descrita en los poemas fue directamente explicada o concluida de un modo personal, para movilizar su sentido. Tenemos ahora la traducción de un poeta chino contemporáneo realizada directamente del chino por un joven poeta y traductor argent

Capote: sangre, mentiras y plegarias

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No sabemos cuál era la apariencia de Truman Capote cuando llegó en 1959 al pueblo de Holcomb, en Kansas. Aun vestido del modo menos notable dentro de su estilo, Capote, de 1.55 de estatura "y ruidoso como una escopeta" según su auto descripción, debió ser más llamativo que un plato volador en cualquier pueblo del Oeste de los Estados Unidos. El 99 por ciento de sus habitantes, calculados con moderación, ignoraba su fama. Capote tenía 35 años. Estaba en la cima de su popularidad en el ambiente sofisticado de Nueva York y en poco menos de la mitad de la expectativa de vida contemporánea (puede haber variado varios puntos en las últimas cuatro décadas). ¿Qué hacía allí? Era periodista y, como cualquier periodista, debía responder a las consignas de sus editores, aun de los editores de un periódico de vanguardia como el New Yorker. La vanguardia lo había llevado a ese lugar, de un modo menos casual de lo que parece. Ese sureño se había aclimatado desde la adolescencia a

Victoria, la otra

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¿La historia de la cultura argentina la escriben los que pierden? Cualquiera sea la respuesta, la batalla no está terminada, porque el nombre de Victoria Ocampo, menos irritante que hace cuatro décadas en los ambientes de la izquierda intelectual, sigue sin embargo asociado a palabras como oligarquía y frivolidad. Se le concede que su obra cultural, básicamente la revista Sur, que editó desde 1931 hasta 1971, es estimable. No se le perdona que haya sido arbitraria en la selección de sus colaboradores, que haya sido antiperonista y que prefiriera tomar el pulso a la literatura de París antes que a la de la Argentina, lo que no es del todo cierto. Ahora [c. 2005], se están reeditando trabajos que Sur publicó a lo largo de 40 años, también las cartas de Ocampo, y en eso debería verse su legado y su particular concepción de la cultura, para la que exigía un “nivel” mínimo, que debía ser --como se dice que dijo alguna vez-- “el nivel Henry James”. Frase quizá involuntariamente irónica,