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El búho de Minerva

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El búho de Minerva sólo emprende su vuelo en el crepúsculo. F. Hegel, Elementos de la filosofía del Derecho. La "enigmática" frase de Hegel es una alegoría. Minerva era, para los romanos, el nombre de Palas Atenea, sabia y guerrera. Su acompañante de ojos grandes representó siempre, convencionalmente, la sabiduría. Para Hegel, la sabiduría solo abre sus alas en lo incierto, en lo nuevo, en lo recién abierto. Antes de escribir esta frase, ha dicho que cuando la filosofía pinta gris sobre gris, una figura se ha vuelto vieja.  Desde hace un tiempo, algo que me parecía absurdo cuando era muy joven me parece más acertado: escribir poesía es una forma de la neurosis. Una repetición del vuelo de aquel búho, que no es solo el de la sabiduría consumada, sino el de la exploración, la mirada fija y la caza nocturna. Escribo poesía para atrapar algo. No para reproducir de manera naturalista, aunque eso es también, a veces, un intento de atrapar . Sé, o creo saber, que las palabras pued

Más grande que la muerte: "Drácula", 1897-2020

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Bram Stoker, el autor de Drácula (una novela basada en cartas y diarios imaginarios), vivió entre 1847 y 1912. Nació en Dublín, fue acunado por cuentos de fantasmas y resultó dominado (vampirizado, podría decirse) por el actor y empresario teatral Henry Irving, a quien sirvió en Londres como secretario y administrador, y por quien sentía al parecer tanta veneración como odio. El libro se publicó en 1897. Stoker se casó con una mujer muy bella, aunque frígida, según su nieta, hija del único hijo del matrimonio. Solía frecuentar prostíbulos y murió de sífilis. ¿Hay en esta vida, poco más que corriente, algo que explique la inspiración genial que llevó a Stoker a darle forma, comprensión y carnadura inmortales a una superstición dispersa? Stoker escribió muchos libros. Nadie recuerda otro que no sea Drácula . Y muchos olvidaron ya que Stoker lo escribió. La novela despliega, en pocas páginas, una buena erudición sobre vampirismo. El vampiro es conocido " en todos los lugares en que

Frankenstein, el monstruo y su doble

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Entre las muchas interpretaciones que se ofrecen a la lectura de Frankenstein , de Mary Shelley, las hay sociales, pero prefiero, antes que las lecturas balzacianas, una impresión en bruto, la impresión del mito in toto . Hay diversas pistas no puestas por azar, tal vez, desde el comienzo, para que consideremos a la criatura del doctor Frankenstein la reescritura de un mito, un mitologema, diría Ángel Faretta. Pero esa lectura, a menos que ampliemos la lente, puede resultar pequeña si se focaliza en el propio doctor - el moderno Prometeo  del subtítulo- que intenta crear la vida, así como Prometeo robó el fuego a los dioses. Hay aquí un complejo mitológico que Mary Shelley no se propone ocultar entre líneas sino mostrar desde la portada. Víctor Frankenstein equivale a Prometeo, así como el fuego equivale a la vida, o al poder de dar vida. Hay sin embargo más y menos en el libro de Mary Shelley: formalmente está hecho de tres historias. Comienza con la del capitán Walton, que le escribe

Expedientes X: La conspiración y el abismo

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"El noble castillo del Canto Cuarto", uno de los ensayos que Jorge Luis Borges dedicó a la Divina Comedia, se extiende en definir la calidad de siniestro: "aquellos lugares o cosas que vagamente inspiran horror". Borges recapitula el origen de la idea, que proviene del inglés; recuerda que Stevenson era acosado en sus sueños por "un matiz abominable de color pardo"; que Chesterton imaginó una torre "cuya sola arquitectura era malvada"; que Melville dedicó varias páginas de Moby Dick a explicar el horror al color blanco. Tal vez no hubiera agregado a esta enumeración la trama y el ambiente pensados por Chris Carter para Los expedientes secretos X . Parece lícito sin embargo apropiarse de la lista de Borges para referir a la serie que revolucionó la tevé en la década de los noventa. Si fuera posible imaginar una mezcla de la novela La guerra de los mundos , de H.G. Wells, con la película El tercer hombre , de Carol Reed, eso daría por resultado al

“Yo nací un día que Dios estuvo enfermo”: Cómo César Vallejo se volvió uno de los mayores poetas latinoamericanos

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La última versión de su Poesía completa editada por Lumen, con prólogo de Luis Fernando Chueca, reúne tanto sus libros publicados en vida como su obra póstuma. Por Jorge Aulicino Infobae 27 de octubre de 2023 Si uno mira hoy en la Internet fotos del pueblo de Santiago de Chuco, situado en un valle, a 165 kilómetros de Trujillo y a más de 600 de Lima, quizá esté viendo el mismo paisaje, exceptuando los automóviles, que veía en su infancia el poeta César Vallejo. Fue el primero de once hermanos, nacido en 1892 y destinado a ser uno de los poetas más celebrados de Latinoamérica y de aquella parte del siglo dominada por las vanguardias en el campo literario de Europa y América. El más alto exponente del puente cultural entre esos dos continentes -nieto de españoles y de indias-, autor de una audaz y conmovedora mixtura de poesía política y existencial, por no decir metafísica y religiosa, era pues un niño mestizo más, al que sus padres destinaban a cura. Y lo aceptaba de buen grado. Sin e

Teólogo en la ventana

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“ Hay un millón de ventanas y cada una padece/ su teólogo fracasado ante la única realidad posible ”. En estos dos versos del poeta Joaquín Giannuzzi se cifran algunas claves para una posible interpretación de una obra que creció verdaderamente sin estridencias, no ya ante el público sino en el propio ambiente literario porteño, donde las glorias no serán masivas, pero son. Hombre frente a una ventana, hombre asomado a la “única realidad posible”. “Teólogo fracasado”. Una imagen y, a la vez, un epíteto. Es sospechable que un hombre frente a una ventana sea un teólogo fracasado. Giannuzzi, no obstante, lo subraya. Es que estos versos, se lo haya propuesto o no, funcionan como una poética. Pero, además, son “millones de ventanas” y cada una “padece” este tipo de observador. Con lo cual, la poesía de Giannuzzi ingresa en la historia. Giannuzzi ha publicado -con éste- seis libros de poesías. Cada uno de ellos da testimonio, desde su título, de la misma sed de absoluto -un absoluto que debe

Una lengua una poesía

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Prólogo a  Poetas norteamericanos en dos siglos , volumen 1,   versiones de Jonio González;  Ediciones en Danza, e-books , 2020 por Jorge Aulicino En la Argentina hubo, a comienzos de los años 70, un descubrimiento de la poesía escrita en Inglaterra y en los Estados Unidos. Toda una generación se dio cuenta de que se estaba perdiendo algo. En los años sesenta, cuando el que escribe estas líneas empezó a leer poesía, el poeta más popular era Pablo Neruda. Se leía también a Federico García Lorca. Me refiero a muchachos atraídos por la poesía en una escuela secundaria nocturna de la ciudad de Ramos Mejía en el conurbano de Buenos Aires. Se publicaban aquí revistas y libros donde resonaban otras voces: las del grupo Poesía Buenos Aires y la de los "coloquialistas", pero no llegaban a los suburbios del oeste. Muchos años después, el que escribe estas líneas se daría cuenta de que los únicos poetas de idioma inglés que había leído en sus años de estudiante eran Walt Whitman y Edgar